Silvestre Revueltas, la inconformidad hecha música.

28 de marzo de 2019
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Silvestre Revueltas, la inconformidad hecha música.
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Si tenemos que nombrar al músico mexicano más influyente y reconocido mundialmente en el siglo XX, tenemos que mencionar indudablemente a Silvestre Revueltas. Un compositor que cruzó fronteras con sus obras y por el que México fue conocido en lugares remotos y lejanos. Pero la vida de Silvestre Revueltas va más allá de la cuestión artística, también fue un apasionado personaje que labró una vida a veces caótica, a veces compleja de la cual te contaremos a continuación.

 

Revueltas quien nació en un pequeño pueblo de Durango llamado Santiago Papasquiaro en 1899, vivió su infancia acogido en una familia llena de artistas, políticos y activistas muy reconocidos a nivel nacional e internacional. Desde niño estuvo rodeado de creatividad, ingenio, alta cultura e inteligencia por lo que no extraña que desde sus primeros años mostrara un talento muy peculiar además de que desarrollara un gusto refinado por la música, sobre todo proveniente de Europa.

A muy corta edad ya era un prodigio en el violín, y su padre impulsó ese gusto y talento al enviarlo a estudiar a la Ciudad de México, donde formó parte del alumnado del Conservatorio Nacional, precisamente en la época de la Revolución Mexicana. Al contrario de lo que pudiera pensarse, durante la primera década del siglo XX, la gran urbe y capital del país, era un destino tranquilo en donde la gente vivía y se desarrollaba en un ambiente agradable, mismo que fue un buen entorno para que Silvestre comenzara a componer sus primeras obras.

 

Sin embargo, el compositor sentía que le hacía falta algo. Como desde niño había leído literatura universal y había escuchado piezas de música clásica europea, sentía que México le quedaba chico y necesitaba conocer otras partes del mundo. En aquel entonces y siendo tan solo un adolescente, se ganaba la vida tocando en cines y orquestas para poder sobrevivir en la capital.

 

Cuando cumplió diecisete años su padre lo envió a él y a su hermano Fermín a Austin, Texas, justo al St. Edward's College, donde desde un inicio, sobresalió en las materias artísticas, sobre todo en la música y su composición, ofreciendo para ese entonces ya sus primeros recitales.

 

Fue en ese momento que comienza a descubrir a otros autores contemporáneos como Debussy, quien fue una gran influencia en sus primeras composiciones. Poco a poco Revueltas comenzó a formarse un estilo muy propio, pues siempre se rehusó a las exigencias académicas y al típico sistema educativo. Se consideraba autodidacta y de tal manera él pudo ir descubriendo nuevas maneras de hacer música con un toque muy moderno y original para la época.

 

Pero no solo Silvestre destacó durante su estancia en Austin, también su hermano Fermín fue reconocido por su gran habilidad musical y creativa. Por lo que el par de adolescentes rápidamente se convirtieron en ejemplo y orgullo de la institución educativa.

 

En aquel entonces, su padre decidió que Austin ya no era suficiente, por lo que los mandó a la ciudad que en ese momento se consideraba como la más artística y cultural de Estados Unidos: Chicago. Ahí ingresaron al Chicago Musical College donde comenzaron a codearse con los mejores músicos de la época y en donde Silvestre obtuvo un diploma en violín, armonía y composición, gracias a su evidente y desbordante talento.

 

 

Acercándonos a 1920, el compositor y su hermano eran ya unos jóvenes, y poco a poco ambos se fueron sumergiendo en el alcoholismo, adicción de la cual nunca se liberarían, y representaría el debacle de su vida musical y artística.

 

En 1923, con la muerte de su padre los hermanos regresan a México, y se enfrentan con serios problemas económicos por los que tenían que tocar en establecimientos comerciales, teatros y cines con tal de poder sobrevivir. En aquel entonces, José Vasconcelos junto con el presidente Alvaro Obregón emprendía una revolución cultural e intelectual en México, por lo que las manifestaciones artísticas fueron altamente impulsadas y promocionadas, y Silvestre Revueltas encontró una vía para que su trabajo puediera ser conocido y reconocido en todo el paìs.

 

Alternando su tiempo entre Chicago y la ciudad de México, Revueltas comenzó a trabajar junto con el músico Carlos Chavez con quien dio inicio a una nueva ola y estilo musical. Una nueva oferta artística donde el público escucharía música moderna y afín a los tiempos. Los compositores buscaban que la gente dejara de lado la típica música conservadora y clásica y se abriera a nuevos sonidos, dejando de lado el conformismo y la apatía.

 

Silvestre, un maestro y genio del violín comenzó a impartir conciertos junto con su nuevo compañero artístico y a pesar de cierto recelo de por parte del público, la nueva música moderna fue poco a poco abriendo camino para ser escuchada y valorada.

 

Con ya más años y casado, Revueltas se muda a la ciudad de San Antonio, Texas, donde comienza a realizar conciertos y a mostrar sus más recientes composiciones, sin embargo, no le iba muy bien en el aspecto económico por lo que se sumerge más en el alcohol y en sus frustraciones.

 

Después de vivir un tiempo en Alabama y componer su primera obra importante titulada Batik, regresa nuevamente a Texas donde en una noche de parranda es herido por un desconocido y resulta con fuertes cortadas en la cara y en el cuello.

 

Para 1929, es invitado por su amigo Carlos Chavez a dirigir la recién conformada Orquesta Sinfónica de México, donde Revueltas tuvo la libertad de elegir las piezas interpretadas y de también poder adaptar sus propias obras para que el público mexicano pudiera escucharlas y asombrarse con la nueva ola y el nuevo estilo.

 

Silvestre siempre fue un rebelde por lo que estaba decidido a cambiar el sistema educativo y a crear un método de enseñanza para los niños más libre, espontáneo y con una facilidad para fomentar más su creatividad e ingenio. El músico se rehusaba a seguir los mismos métodos conservadores, no iban con él, ni tampoco quería tocar música clásica, quería demostrar a todos la magia del modernismo.

 

Después de componer algunas de sus obras más conocidas y representativas como  Cuauhnáhuac, Esquinas y Ventanas, y de ofrecer un estilo de música jamás escuchado en aquella época, Revueltas se mostraba bastante inconforme con el panorama cultural y educativo de México. Se negaba a que el arte fuera politizado por lo que siempre se alejaba de ideologías partidistas y nacionalistas y se dedicaba exclusivamente a promover el arte y trabajar para ello.

 

Pronto, su hartazgo por la política y las instituciones artísticas que se desprendían del gobierno, renunció a su puesto en el Conservatorio Nacional y sus declaraciones tras su salida del escenario político-artístico de la época fueron las siguientes:

 

"¿Por qué un artista, un creador ha de sufrir hambres y miserias? Aquí descansa, entre nosotros, el secreto del fracaso de la cultura de México como pueblo. Somos un país de descamisados y de zánganos. Se desprecia al músico, al pintor, al poeta, por considerarlos como a los bufones que cabriolean en los banquetes de los burócratas. Pero es que se les hace bufones por la fuerza del hambre. Aunque muchos nos rebelemos, la rebeldía es la soledad, la soledad infecunda, el abandono, la miseria."

 

 

Así también sus incendiarias declaraciones sobre la sociedad de aquella época mostraban su inconformidad y su desprecio por los formalismos sociales y la hipocresía.

 

 

"Existe un ambiente musical artificioso, falso. Los músicos honrados tratan de hacerlo verdadero. La crítica musical y parte del público influenciado por ésta la falsean, los primeros por ignorancia y los segundos por esnobismo."

 

Por otra parte, comentaba sobre la academia y la enseñanza musical en México: "La vida musical y material del estudiante de música en México es precaria, difícil. No hay suficiente estímulo artístico ni económico: pierde los mejores años de su vida estudiantil por carecer de una educación sana y educada. Nada extraña pues, que el estudiante de música no se interese por su profesión."

 

 

Y también tuvo opinión sobre la crítica: "La crítica musical en México se destaca por su ignorancia, por su mala fe, y por su decidido empeño en desorientar al público de los conciertos. Una o dos excepciones quizá entre estos malabaristas de la emoción musical."

 

 

En ese punto crítico de su vida decida cortar relación con Carlos Chavez, quien se había convertido en su rival creativo, ya que ambos eran considerados los mejores músicos contemporáneos de la época. La fama y productividad de Revueltas no se detenía, y su exacerbada producción y composición, resultaba demasiado avanzada para el común denominador.

 

 

Era muy conocida la rapidez con la que Silvestre componía sus obras, la gran agilidad y destreza con la que desenmarañaba sus ideas y las tejía en ricas melodías que el resto de los músicos de su misma generación nunca fue capaz de lograr. Cuando Revueltas componía una pieza, el resto de los artistas apenas se preguntaban el cómo. Revueltas era un genio veloz e implacable.

 

 

Pronto decidió cruzar el Atlántico, ya con una fama bien establecida en México. Después de varios días en barco, arribó a la costa española.

Por aquella época, se le adjudicó la composición de la banda sonora de la película Peces del fotógrafo Paul Strand, la cual eventualmente serviría como ejemplo, ya que se convertiría en una de las partituras fílmicas más extraordinarias del cine sonoro.

 

En 1936, Revueltas fue nombrado presidente del Comité Ejecutivo de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, que luchaba ideológicamente contra el fascismo, el troskismo y el imperialismo, en defensa del sindicalismo y el estalinismo. 

 

Tenía entre sus integrantes a Carlos Pellicer, Eduardo Hernández Moncada, José Pomar y Luis Sandi. Fue la principal organización de los artistas mexicanos de izquierda, que había comenzado a funcionar en 1933 y, de acuerdo a Contreras Soto, sus integrantes atacaban verbalmente a Chávez. Asimismo, Revueltas participaba en la promoción del Partido Comunista Mexicano.

 

El compositor arribó a España en plena guerra civil española y apoyaba de manera convencida a los republicanos en contra de los movimientos fascistas y el general Francisco Franco. Pudo palpar el desgarro de la guerra y la muerte cotidiana entre connacionales, tuvo que aguantar la tristeza y la desgracia del combate entre hermanos, por lo que pronto su ánimo se vio eclipsado y desistió en su intento por salvar a la República a través del arte y de la ideología socialista.

 

En aquel momento escribió: "Siento mi dolor y mi impotencia estrujarse dentro de mí, sin luz, en desaliento. ¿Qué soy ante esta tragedia? ¿Qué puedo hacer? Me avergüenza ir tranquilamente por la calle. Siento envidia del más humilde de los combatientes. Me agobia el pensamiento de nuestra obra de artistas, llena de vanidad, de presunción. ¡Qué asco, qué tristeza! Cómo es posible no sentirse oprimido, dolorido, pequeño, inútil ante un hombre que muere, un niño, una mujer que lloran. Y de qué puede servirle a ellos, y qué les puede importar una serie de sonidos o líneas..."

 

 

Con todas estas experiencias, la personalidad de Silvestre se volvió cada día más sombría y triste, mismas características que se vieron reflejadas en sus pocas composiciones de la época. De España viajó a Francia donde pasó duras épocas en lo económico.

 

Al regresar a México no quiso volver a juntarse con los mismos círculos sociales y se mezcló con las clases bajas de la ciudad, dando clases, y componiendo. Durante esta época surge su tocata orquestal Sensemayá, que a la postre se convirtió en la pieza más influyente y representativa de música de cámara mexicana en el mundo.

 

Ha sido tocada más veces que el Huapango de Moncayo y que incluso de piezas de Carlos Chavez, su legendario rival.

 

Fue en 1939 cuando el compositor ingresa por primera vez al psiquiatrico con el fin de tratar sus crisis de alcoholismo. Su visión negativa y pesimista de la vida lo llevaba a crear grandes obras, pero también a caer cada vez más profundo en su adicción, a tal grado que debían internarlo para salvar su vida.

 

Después regresaba a su actividad, donde incursionó de nuevo en el cine, trabajando con los mejores directores de la época para musicalizar sus peliculas. 

 

En 1940 y después de incursionar también en la composición de obras destinadas a coreografías y danza moderna, Silvestre Revueltas muere en la Ciudad de México de bronconeumonía.

 

Después de una de sus conocidas crisis alcohólicas, el músico bebió cerveza helada para curar una fuerte resaca, y posteriormente salió a la calle ligero de ropa lo que le provocó un enfriamento severo que le quitaría la vida. 

 

Su cuerpo se veló en el Conservatorio Nacional de Música de México. Silvestre Revueltas fue sepultado en el Panteón Francés. Durante la ceremonia fúnebre, Pablo Neruda leyó su poema A Silvestre Revueltas de México en su muerte.

 

El 23 de marzo de 1976, sus restos fueron trasladados a la Rotonda de las Personas Ilustres donde reposan en la actualidad.

 

Silvestre Revueltas, un genio de un talento incomparable pero mayormente atormentado. Un mexicano que siempre dio prioridad al arte y la educación y luchó toda su vida por eso. Un artista incansable que hoy en día nos representa en el mundo, y del que siempre tendremos recuerdo de las mejores obras musicales surgidas en México y Latinoamérica.